Mirtha Legrand recibió un homenaje de la UBA y respaldó el pedido de los universitarios.
Publicado: 17 / 10 /2024Desde las primeras horas del día, el evento prometía ser un punto culminante en la escena cultural: “¡Viene Mirtha!”, se comentaba en los pasillos del Festival. La expectativa se centraba no solo en su presencia, sino también en un prometido discurso en defensa de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Su carisma y resonancia pública parecían tener la capacidad de igualar el impacto de múltiples movilizaciones universitarias. Algunos señalaban que hasta el propio Milei, conocido por su resistencia a la educación pública, podría prestar oído a sus palabras.
A lo largo de la jornada, el festival de cine de la UBA se transformó en una suerte de ágora política inesperada. En medio del acto, Mirtha Legrand, condecorada con un Doctorado Honoris Causa por la universidad, expresó: “…Y no quiero dejar de expresar mi apoyo y orgullo a todos quienes hicieron grande la universidad pública argentina”. Sus palabras evocaban la estatura moral de otros grandes estadistas, rememorando figuras como Raúl Alfonsín.
El evento rompió con las expectativas típicas de un festival académico. El público congregado en el aula magna de la Facultad de Arquitectura (FADU) reflejaba un amplio abanico de intereses culturales, desde seguidores de Serrat hasta jóvenes de la generación actual. Personalidades como Héctor Olivera y la realizadora franconiraní Marjane Satrapi también fueron homenajeados, aunque compartieron el escenario con la arrolladora popularidad de una Mirtha cada vez más sorprendente.
El entorno reflejaba una unión simbólica entre la UBA y el necesitado cine nacional frente a las políticas gubernamentales actuales. La presencia de Mirtha Legrand representaba un alegato por la educación pública y la cultura, recordándonos la importancia de estos pilares.
A sus 97 años, el mensaje de Mirtha emanaba autenticidad y despejaba cualquier duda sobre su compromiso con causas públicas. Su proclamación “Nuestra educación gratuita es la envidia mundial” resonó con el orgullo nacional sobre un sistema universitario que ha formado galardonados con el Nobel.
La velada cobró un giro especial al dar lugar no solo a los laureles cinematográficos, sino también a una causa social en la que, paradójicamente, la figura de Mirtha se erige como estandarte inesperado. Su reconocimiento no solo resalta la trayectoria en las artes, sino también su relevancia política y social.